¡Así se vivió el primer Concurso de Aeróbics en la Universidad Libre!
El pasado 4 de abril de 2025 se vivió en la Universidad Libre, sede El Bosque Popular, una jornada que superó todas las expectativas. Lo que comenzó como una idea sencilla desde la representación estudiantil, se convirtió en un evento vibrante y profundamente significativo: el Primer Concurso de Aeróbics. Este espacio no solo logró convocar a decenas de estudiantes, docentes y colaboradores, sino que sembró una semilla importante en la vida universitaria: la necesidad de promover la salud, la alegría compartida y la construcción de comunidad desde el movimiento.
Desde muy temprano en la mañana, el ambiente de la universidad cambió. Se percibía una energía diferente, casi contagiosa. Las personas llegaban con ropa cómoda, botellas de agua en mano y, sobre todo, con una sonrisa que anticipaba lo que sería una jornada inolvidable. La tarima preparada para la actividad se convirtió en un escenario simbólico: allí no solo se bailó y se hizo ejercicio, también se tejieron lazos, se liberaron tensiones y se creó un espacio donde todos y todas pudieron ser parte de algo colectivo.
El Concurso de Aeróbics fue mucho más que una competencia. Fue un lugar de encuentro donde cada cuerpo en movimiento contó una historia distinta: la del esfuerzo individual, la del trabajo en equipo, la del deseo de habitar la universidad más allá de las aulas. En medio del ritmo constante de la música, entre pasos coreografiados y transpiración compartida, se vivió algo que va más allá de lo físico. Se vivió una afirmación poderosa: estar bien también es un acto político, un derecho, y una responsabilidad colectiva.
Desde la representación estudiantil, se soñó con crear un espacio en el que el bienestar fuera protagonista, en el que se valorara el descanso activo, la salud emocional y la posibilidad de hacer comunidad desde lo más simple: moverse, reír y disfrutar juntos. Para materializar este sueño, se hizo una alianza con distintos actores institucionales y externos. La participación de organizaciones como Smart Fit, Bienestar Universitario, Tierra Querida, y el respaldo de las Facultades de Derecho y Ciencias de la Educación, fueron fundamentales para que esta actividad tuviera el impacto que tuvo.
Uno de los aspectos más significativos del evento fue su capacidad para articular a diversas personas e intereses bajo una misma causa: promover el bienestar integral. La entrega de premios se convirtió en un reconocimiento simbólico al esfuerzo, pero también fue una forma de motivar la participación activa. Bienestar Universitario ofreció diez bonos de cien mil pesos para Multiparque, Smart Fit otorgó nueve pases dobles para clases, y Tierra Querida se unió con siete combos de hamburguesas para quienes participaron con mayor entusiasmo. Sin duda, estos incentivos fueron bien recibidos, pero lo verdaderamente valioso fue el espíritu que se generó: un ambiente de alegría, respeto y solidaridad.
Este evento también fue posible gracias al liderazgo comprometido de Julián Camilo Prada, estudiante de noveno semestre de Derecho, quien con visión, empatía y sentido de pertenencia logró movilizar recursos, personas y voluntades. Su trabajo, sin embargo, no habría tenido el mismo impacto sin el apoyo decidido de dos docentes fundamentales para la vida universitaria: las profesoras Paola Cifuentes y Blanca Villamil. Ambas no solo acompañaron la logística, sino que fueron parte activa de la energía del evento, demostrando que la educación también se construye desde lo emocional, lo corporal y lo vivencial.
Lo que se vivió ese día fue un recordatorio de todo lo que es posible cuando la universidad se piensa como un espacio integral. No solo un lugar de estudio, sino un escenario de formación para la vida. En tiempos donde el estrés, la ansiedad y el aislamiento afectan a tantos jóvenes, es urgente seguir construyendo espacios como este. Espacios donde se pueda reír sin culpa, moverse sin vergüenza y ser parte de una comunidad que se cuida, se valora y se apoya mutuamente.
El Primer Concurso de Aeróbics fue una celebración del cuerpo y del alma, un momento para recordar que estar juntos es una forma de sanar, de crecer y de resistir. Fue también un llamado a seguir abriendo las puertas a actividades que rompan con la rutina y pongan al centro la humanidad de quienes habitan la universidad. Porque cuando nos damos la oportunidad de encontrarnos desde lo simple, desde lo cotidiano, desde el movimiento y la alegría, también estamos transformando la educación.
Gracias a cada persona que participó, a quienes organizaron, a quienes animaron desde el público, a quienes ayudaron en la logística y a quienes simplemente estuvieron presentes. La energía que se vivió ese día fue el resultado de muchas voluntades unidas, de un esfuerzo colectivo por construir un entorno más saludable, más alegre y más humano.
Y como dijimos al final del evento: esto no termina aquí. Este fue solo el comienzo. Nos vemos en la próxima, con más música, más movimiento y muchas más razones para celebrar lo que somos cuando estamos juntos.
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